
Este sábado, las calles del centro de Santiago volvieron a llenarse de fuerza, de memoria rebelde y de lucha viva. Cientos de personas marcharon en homenaje a los y las 119 compañeras y compañeros víctimas de la infame Operación Colombo, a 50 años del montaje criminal que intentó desaparecerlos del relato oficial. Pero no lo lograron, y este fin de semana, el pueblo volvió a gritar su nombre y su historia.
Desde temprano, columnas de organizaciones de derechos humanos, colectivos populares, estudiantes, familiares de víctimas y sobrevivientes de la represión se congregaron frente al GAM, portando siluetas negras con los rostros de quienes fueron arrancados por el terrorismo de Estado. Avanzaron por la Alameda como una procesión de memoria insurrecta, con tambores, gritos, lienzos y rabia organizada. La consigna fue clara y potente:
“¡La utopía está vigente!”
Las calles resonaron con consignas que no piden permiso: “¡No son 119, son miles!”, “¡Fue la DINA, fue el Estado, fue el capital asesino!”, y una que se alzó con fuerza en cada esquina:
“¡Verdad, justicia y castigo, ahora y siempre!”
En medio de la marcha, hubo un momento cargado de emoción y fuerza colectiva: se rindió un homenaje especial a los y las compañeras que fueron detenidas, torturadas y desaparecidas en el centro clandestino Irán 3037, uno de los tantos centros de exterminio operados por la DINA. En ese lugar siniestro se escucharon gritos de resistencia, se forjaron convicciones bajo tormento, y se sembró la dignidad que hoy florece en las calles.

Ellos y ellas son parte de los 119. Y están presentes.
La marcha fue más que un acto de conmemoración: fue una denuncia a la impunidad que aún persiste, un repudio al negacionismo que aún circula en los pasillos del poder y los medios, y una advertencia al presente: no hemos olvidado, y no nos callaremos.
Porque la Operación Colombo no fue un error ni un exceso, fue una operación planificada de exterminio político. Fue montaje, manipulación y propaganda del terror. Fue el aparato de inteligencia del Estado —la DINA— montando medios falsos en el extranjero, comprando titulares, disfrazando asesinatos como “purgas internas”. Y fue la prensa cómplice —La Segunda y otros diarios— celebrando el exterminio con titulares infames como “Exterminados como ratones”. Pero 50 años después, el pueblo respondió: “¡Exterminados jamás, compañeros siempre!”
Al cierre de la jornada, en la Plaza de la Constitución, se alzaron los nombres de cada uno de los 119. Se leyó en voz alta su presencia, no como víctimas pasivas, sino como combatientes, militantes, revolucionarios. El recuerdo fue político, no folclórico. Fue memoria combativa, no museo.
A 50 años, la lucha continúa, en cada calle, en cada mural, en cada grito que exige que nunca más el Estado use el miedo y la mentira para acallar al pueblo.
Porque la memoria no es nostalgia: es resistencia organizada.
Porque los 119 no murieron: ¡fueron asesinados por atreverse a soñar!
Y mientras exista injusticia, su lucha será también la nuestra.